Pasaría una bruja
anoche
por el bosque de Milburn
que los árboles amanecieron
con peinetas de ceniza
desde la copa
hasta los pies
y rodeándoles la cintura.
Como un fotograma
en blanco y negro,
la nieve
pulverizando el pecho
de quien la respira
los patitos del estanque
patinando
hasta la caricatura,
algún conejillo
tras la niebla
y ninguna música.
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