El muchacho andaba
con una red en la cabeza
¿para qué? le pregunté
es para cazar sueños, dijo
y al fijarme bien
el muchacho llevaba
todos aquellos sueños
que alguna vez descartamos
por vergüenza
por temor
o por pereza
trenzados en su cabeza
y al tratar de alcanzarlos
con alguna de mis manos
salían volando
a por sus dueños.
Y la red quedó vacía
hasta llegar la noche
y cuando la noche se posó
de nuevo en la marisma
el pescador de sueños
soltó su cabellera
y la lanzó al agua
hasta cubrir todo el océano
con una fina malla de plata
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