Una pareja de sordos
juntaba promesas
de
café au lait
en un París
salpicado de otoño.
Iban enlazando
secretos de almohada
besos de carmín
-las manos llenas de alas
como aves del Japón-
a la fina torre de malla.
Y al partir los amantes,
cuando ya nadie miraba,
la escultura cobró vida
y en un despegar
armado de rosas
partió sin un aullido
para atardecer
en las montañas.
Foto: Beatriz Gil
Poema: Isolda Font
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