Carta al amante perdido
Cuando no estés
me acostaré
en la cama del silencio
a borrarle las arrugas
adornaré la mesa
con caviares de papel
y una alegría
color mostaza
me vestiré
con el recuerdo
de tus manos
de tu risa
de caminos desandados.
Cuando te vea
por pasillos y multitudes
chillaré
aunque me invadan
las montañas
aunque mi voz
sea de hielo
aunque nadie
entienda nada
y tu estés siempre
a caballo
entre la lluvia
y el desencanto
Cuando oiga tu nombre
las flores me llevarán
el aroma de tu casa
si es primavera
si es otoño
te convertirás en llama
para tiznarlo todo
con el sordo suspiro
del pasado
pero si fuera invierno
estarán los portales
en un luto
repleto de canas
quedarán las almas
en el arcén
mudas,
desvencijadas,
como un juguete
roto mil veces
como el eco
en el bosque
que ya no sirve
para nada.
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