Me dijo un sabio amigo
que mi exilio es como un hijo,
que nació el día de los muertos
cuando el mundo se acababa.
Ya es todo un adolescente,
con sus hormonas
y pataletas,
con sus contados instantes
de perfecta exactitud,
con un pie todavía en la arena
y el otro,
merodeándole a la luna
para,
-como diría Sabina-
levantarle la falda
si se despista.
Ya le crecen
espinas en el rostro
ya la voz se le trunca
en la ocasión mas indiscreta
ya mi niño sale solo,
sin mí,
ya mi exilio se aleja.
Ay, ay, la perfecta exactitud de los instantes a pesar quizás de la imperfección de los exilios
ResponEliminaAy, cuando los exilios son dobles, de ida y vuelta, cuando quien se exilia deja exiliados, huérfanos de tantas cosas.
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