Llegó el otoño sin avisar
esta mañana mientras pedaleaba
Hasta el zorro que me cruza
-si la madrugada es blanca-
llevaba en el hocico
gotitas de porcelana.
Nada más queda
el cielo tricolor
que se asoma a mi ventana
un paseo entre robles
la solapa levantada,
calzarme los zapatos
de óxida hojarasca
y escuchar a Satie
arrebujada en la cama
Entre los zapatos y el otoño, siempre queda, afortunadamente algo de "Les Embryons desséchés" a pesar de la hojarasca
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