El paseo polvoriento
va salpicado de chiquillos
que ríen desde el riachuelo
y abuelos en la sombra
- charlando-
como pasa siempre.
La velada entre amigos
se riega de recuerdos
esperando esa luz
que parece que no llega.
La señora que nos aloja
insiste en llenarnos la panza
y desconchar la sal de las tumbas
A la hora del chaparrón,
anécdotas de anaconda
prohíben la siesta,
y la lluvia que azota.
De tarde, las calles
parecen gazapos de barro,
con chanchitos color humo
revoloteando
sus lacias orejas
Ya desde el barco
la orilla se va dibujando
cada vez más lejana
y se prepara el cielo
para sacudirnos
con un atardecer
por todo lo alto.
La brisa mece las hamacas...
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