El océano en Miraflores
Me despierto en un
latido,
el océano me reclama.
No me canso del malecón,
de mi banquito de madera,
de esta soledad perfecta.
A mi alrededor,
las gentes empiezan su día
desayunando brisa y pájaros,
un rico aire en la cara.
A la hora de la siesta
la hierba acompaña,
el océano cómplice
regala la nana.
Al atardecer los banquitos
se entretienen con parejas bescuconas
y yo voy contando sus historias
como si fueran las mías.
Antes de acostarme
vuelvo a mi banquecito en el malecón,
porque siempre es distinto,
porque como amigo me alimenta;
me duermo rápido
soñando que amanezca,
ya el agua me llama.
el océano me reclama.
No me canso del malecón,
de mi banquito de madera,
de esta soledad perfecta.
A mi alrededor,
las gentes empiezan su día
desayunando brisa y pájaros,
un rico aire en la cara.
A la hora de la siesta
la hierba acompaña,
el océano cómplice
regala la nana.
Al atardecer los banquitos
se entretienen con parejas bescuconas
y yo voy contando sus historias
como si fueran las mías.
Antes de acostarme
vuelvo a mi banquecito en el malecón,
porque siempre es distinto,
porque como amigo me alimenta;
me duermo rápido
soñando que amanezca,
ya el agua me llama.
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