Últimamente
se suceden los inviernos. Y ni siquiera van disfrazados de manto blanco,
chimenea ociosa o árboles en sepultura...
Este
invierno
es
invierno tres veces,
y
es un invierno que nace
de las costuras
de las costuras
de
un colchón desvencijado,
un
invierno que, pese al tiempo,
se
instala como aquél amigo
que
perdura,
un
invierno contra-natura
surcado
de ausencias, mediocre
y
vago,
con
televisores multiplicando
catástrofes
de trapo.
Un
invierno erre que erre,
tan
aburrido
de su propio desencanto
de su propio desencanto
que
ni recuerda colgarle nubes
a
su cielo de amianto.
Y
sigo.
Es
un invierno
de resaca cabezona,
de resaca cabezona,
de
sala de espera sin revistas,
de
picor incontrolable,
de
manta que no abriga,
de
libro con las hojas apelmazadas.
Un
invierno de ahínco,
degolla-primaveras
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