yo del lado seguro
tragándome la rabia,
ellos saludando alegres
con los pies en el barro
y chocitas de cristal
Ellos amontonados
dónde no pasa ni el aire,
yo hacinada con
los que se me parecen,
sorbiendo brisa fresca.
Ellos durmiendo donde sea,
yo, quejándome
de mi almohada de piedra.
Ellos jalando agua del pozo
para lavarse a cubos
entre gallinas de corral,
yo soltando grititos
bajo la fría ducha del hostal.
Ellos buscando el cómo
llenarse la panza,
yo,
en el limbo de unas horas muertas
que me supieron a mármol.
Yo admirando
unos ojos rasgados
y piel tostada perfecta,
ellos persiguiéndome
la piel requemada
y mis ojos de bruja.
Ellos sabios de leyendas.
Yo, contando iglesias.
A ellos faltándoles letras.
A mí,
brotándome poemas.
¿Habéis visto? El dolor físico o la incomodidad la transforma en admiración y queja a la vez. Quizás se aprecia cierto cansancio, acaso el aire que se respira es distinto, tal vez se demora el hallazgo...Pero la admiración persiste y el viaje continua...
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