dissabte, 25 de gener del 2014

El recuerdo de García Lorca, repetidamente asesinado...


El recuerdo de García Lorca, repetidamente asesinado...


El árbol que se seca
resume el llanto

de la explosión de intestinos

que va salpicando
la tierra naranja,


doce sentencias
de sangre y turbante
marcan el tiempo del horror
allá en la sucia plaza,


un héroe muere
sin tiempo a aprender
a anudarse los zapatos,

una niña recose
su muñeca muerta

y una ballena se ahoga
sola
en la playa.



Una ola
de gaviotas
se sacude el alquitrán

y justo antes
de cerrar los ojos

renuncia a sus alas.





dimecres, 22 de gener del 2014

A salto de mata

Escribir
sin campana
ni estilográfica

de tarde
de noche,

a salto de mata.




Pasear el alma
sin brújula

desde el pecho
hasta la madrugada

a golpes de luna.





Inventar una canción
y colocarla
entre tus manos
y la luz del alba,

dejarte volar
con los cisnes del parque

construirte
un nido de plumas
para llevar,

pero si te vas
me voy contigo.



dimecres, 15 de gener del 2014

Sarajevo

Sarajevo



... te debo un poema, me lo dejé clavado en las costillas de un balcón que llevaba las ventanas encendidas...



Un perro juega 
con otro perro

entre sábanas al sol 
y fantasmas
empapados de lluvia

a trampear 
rosas rojas
aplastadas y eternas

como en un juego
de rayuela.




Un taxista literato
recita versos
con voz de tenor
y la camisa limpia,


la policía ebria
va doblando las esquinas
como un guijarro
rebotando en el agua,


las crucecitas blancas

interminables y
terriblemente quietas,

los agujeros de bala,
el río con pirañas
bajo el puente
y ese brazo que me agarra.




Esta vez
no morí ahogada

pero quedó tu poema
colgado

de un balcón
al que dejé
 el alma oxidada










dissabte, 4 de gener del 2014

Marioneta de agua

Marioneta de agua



Una marioneta
trepaba
el hilillo de plata
que goteaba de la luna
una noche que lloraba.


Viajando por la brisa
un temblor, el eco
de una canción extraviada.

Al llegar arriba,
fue huyendo la noche
como un ladrón descamisado,
y la luna,
conmocionada,
se lanzó al agua

a jugar al escondite
con la marioneta que flotaba
en el espejo de agua.


Y la marioneta,
ya pálida de lágrimas,
se convirtió al fin
en el elegante pez espada

que la luna ve en sueños
de madrugada.






dilluns, 9 de desembre del 2013

Meteorito

Me cayó encima
un planeta
de carita redonda
y ricitos al hollín

para plantarme
noches sin sábanas

y dejarme desnuda

golpe
de
pequeñas
tiranías.



Chiquitín,
yo estaré aquí,
tejiéndote almohadas
bajo las rodillas,

viajando en el espacio
que tus ojos miran.







dilluns, 7 d’octubre del 2013

Relato: Un Oloya diferente

En la civilización de los Oloya había una costumbre bien extraña. Los Oloya veneraban la lluvia en vez del sol, y todo se debía a que los Oloya tenían una debilidad, una debilidad que los mantenía siempre al borde del abismo de la extinción. Los Oloya se alimentaban única y exclusivamente de cebolla. Los campos de cebolla se extendían hasta más allá del límite visual, el olor fuerte característico iba de los campos hasta las casas hasta alcanzar los cuerpos de sus habitantes.

Los Oloya vivían poco tiempo, acostumbraban a pasar a mejor vida cuando les atacaba la pubertad. Lo curioso es que los Oloya pasaban su existencia derramando lágrimas. No eran lágrimas de pena o de dolor, tampoco eran lágrimas de emoción o alegría, eran simples lágrimas cebolleras. Todos lloraban, era lo normal. Y justo por ese motivo los Oloya le rezaban a la lluvia y desdeñaban el sol.

Pero, como existe en todas las civilizaciones, un día soleado nació un Oloya rebelde, un Oloya distinto. Su relación con las cebollas era única. Él solamente quitaba, una a una, las capas de las cebollas que le ofrecían, sin comerlas y con una expresión casi científica en el rostro. Nadie sabía de qué se alimentaba este Oloya revolucionario. Pero él ignoraba las críticas y seguía con su labor, encerrado en su taller.

Una mañana, bien temprano, los Oloya oyeron un zumbido. Al llegar al campo de cebollas cercano a la iglesia, muchos se desmayaron. En el cielo destapado de nubes, un helicóptero fabricado a base de las capas marrones de las cebollas lanzaba un humo blanco, espeso, de un intenso olor a cebolla hervida.

El Oloya rebelde estaba a punto de alcanzar la pubertad, así que había inventado una máquina fabricada exclusivamente de cebolla para llegar más allá de la lluvia, más allá de los campos de cebolla, y ahora lanzaba mensajes escritos en papel de cebolla al resto de los Oloya. El mensaje era siempre el mismo: "la vida no es cebolla, la vida no es llorar, la vida no es sólo lluvia"

Los pocos que entendieron el mensaje se lanzaron, a su vez, hacia una cruzada en búsqueda de otra vida, una vida sin cebolla, una vida sin constante lagrimeo. Los desmayados siguieron como siempre, llegando a la pubertad y convirtiéndose para siempre en cebolla.



Polizón en la lluvia

















Ya llega Satie,
poemas de Prévert
atrapando gotitas
en el tendedero
pentagrama

un Paris triste
e impresionista
dormita en la mecedora
y un fuego crepita.

Y si atardece,
pasear en la playa
poemas sin collar
con abrigo de solapa
y cuello alto

hasta que el mareo
de una canción antigua
que merodea tras el viento
se te clave en la nariz.

Chimeneas en hilera
como barquitos de vapor
recién lavados
transcurren
cruzando el océano.

Tú estás
en todas partes,
en el tendedero,
la mecedora,

eres polizón
de una nave que zarpa
con la chimenea
siempre encendida.