doblando esquinas
llueven las musas
y tú debajo
como quien recibe al huracán
de pie y sonriendo
para embravecer el agua,
de la resaca tenue
que lame los pies
hasta el tsunami que ahoga
al Mont St Michel,
sus imposibles playas
a esquivar balones toca
desde el hilo
del funambulista
el acorde de guitarra
mece los pies
al caminante exhausto,
al que se extravía
dos ancianos sin pudor
le bailan al lobo
que acecha sus vidas
y yo
sostenida en el pentagrama
de los sueños que ellos miran